En tierra hostil
“The Hurt Locker”
Summit Entertainment
First Light Production
Kingsgate Films
2008/125 minutos/USA
http://thehurtlocker-movie.com/
Reparto: Jeremy Renner, Anthony Mackie, Brian Geraghty, Guy Pearce, Ralph Fiennes, David Morse, Evangeline Lilly, Christian Camargo, Suhail Aldabbach, Christopher Sayegh, Nabil Koni, Sam Spruell, Sam Redford, Feisal Sadoun, Barrie Rice, Imad Dadudi, Erin Gann, Justin Campbell, Malcolm Barrett, Kristoffer Ryan Winters, J.J. Kandel, Ryan Tramont, Michael Desante, Hasan Darwish, Wasfi Amour, Nibras Quassem, Ben Thomas, Nader Tarawneh, Anas Wellman, Omar Mario, Fleming Campbell
Fotografía: Barry Ackroyd
Música: Marco Beltrami, Buck Sanders
Guión: Mark Boal
Dirección: Kathryn Bigelow




“El miedo tiene mala reputación, pero es inmerecida. El miedo pone las cosas en su sitio y lo aclara todo. El miedo nos obliga a darle importancia a lo relevante y a olvidarnos de lo trivial. Cuando el guionista Mark Boal volvió de Irak, donde estuvo destinado para escribir un reportaje sobre una brigada de élite, me estuvo hablando de los militares que desarticulan bombas en pleno combate, una compañía de élite con una tasa de mortalidad muy alta. Me quedé boquiabierta cuando me comentó que eran extremadamente vulnerables y utilizaban poco más que unos alicates para desactivar bombas con radios de potencia de 300 metros. Supe que había dado con un buen proyecto cuando me contó que estos hombres son voluntarios, se prestan a poner su vida en peligro y a menudo les gusta tanto su trabajo que no se imaginan haciendo ninguna otra cosa.”
Kathryn Bigelow
Alma hostil

Las palabras de Kathryn Bigelow, directora de la película (y responsable de títulos tan sugestivos e icónicos como “Días extraños”, “Le llaman Bhodi”, o “Los viajeros de la noche”), vienen a desvelar el auténtico interés que tiene en sus personajes, que no es otro que el de preguntarse (y no siempre responderse) acerca de sus motivaciones. Podemos hacernos una idea de lo que arrastra a una hombre cualquiera a jugarse la vida cada día, a miles de kilómetros de su casa, desactivando artefactos explosivos, cuando le vemos perdido, confuso, desorientado, ante una interminable columna de cajas de cereales, en un supermercado. Lo que viene a decirnos la buena de Kathryn -con su abigarrado estilo visual, poderosamente nervioso, falsamente documental-, es que en la maraña de aburridos sinsentidos que componen nuestra existencia, en una sociedad tan aletargada como la nuestra, que en su creencia de que vive, duerme, surge la imperiosa necesidad de riesgo para encontrar auténtica emoción y sentido. Se acusa a la ex de James Cameron (sí, amigos) de no posicionarse ideológicamente, de obviar su punto de vista sobre la invasión de Irak por parte de las tropas americanas. Pero creo que es una acusación interesada y absurda, si uno ve la película dejando de lado sus prejuicios políticos, ya que escenas como la del asalto de la casa donde supuestamente vive el niño “Beckham” (o la misma relación entre ellos), y la del terrorista suicida que no quiere serlo, dejan bien a las claras como ve nuestra directora favorita la situación de las tropas yanquis: intrusos, molestos, desubicados, inútiles (en el sentido de utilidad). Y eso, amigos, nos guste o no, es posicionarse. Puede que no sea la opinión beligerante que los gurús de la verdad única pretendían, pero es una posición tan legítima como cualquier otra. Y mucho más auténtica.


Aquí no hay psicología de enciclopedia kiosquera, o de libro de autoayuda, ni poses afectadas políticamente correctas (e inverosímiles), pero tampoco estamos ante otro ejercicio de estilo bélico maniqueo como el del amigo Ridley, en la horrenda “Black hawk derribado”. Allí, en una evidente deserción moral terroríficamente obviada por el público que después acude en masa a las manifestaciones anti-guerra, mientras los (pocos) marines morían entre flashbacks de sus familias, música de violines y cámara lenta, miles de negros Somalíes caían sin más como los vulgares e insignificantes zombis sin corazón de un videojuego… Aquí no. Aquí mueren personas corrientes abocadas a una situación desesperada y hostil. Pero con una diferencia fundamental, y es que la tierra hostil de la que habla el título no es únicamente la árida y seca del desierto, para los marines, sino también el paisaje moral que subyace de la mutilación de la esperanza, de la inocencia, de una sociedad Iraquí desmembrada por la guerra continua.


Siete años después de su última película -y tras un par de proyectos frustrados de dudosa calidad- Bigelow vuelve al ruedo cinéfilo con la fuerza perdida de sus primeros trabajos, aunque con un discurso indudablemente más maduro. Sin perder la pujanza expresiva de sus mejores obras (algo apagada en la fallida “El peso del agua”, o en la entretenida crónica submarina “K-19”), pero más cerca de esa promesa de grandeza que aventuraba su ya film de culto, la soberbia “Días extraños”, vemos esta estimable aportación al moderno cine bélico, más como la patada en la puerta de una de nuestras directoras más queridas a reclamar de una vez por todas su lugar en la industria, que como la gran película que podía haber sido. Pero eso no debería restar méritos a “En tierra hostil” para considerarla, por ahora, la mejor cinta sobre Irak realizada hasta la fecha (quizás con “Redacted” del gran De Palma), y una interesante (más profunda de lo pueda parecer a simple vista) aportación al género bélico en general. Con todos los respetos (o sin ninguno), y por ésta vez, la buena de Bigelow le ha dado sopas con honda al endiosado de su ex, y a su Disneyana e insípida “Avatar”…
Y bien que nos alegramos.
Javi Cuevas
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